El músico callejero conoce a la vendedora de rosas. La vendedora de rosas resulta ser un músico también. Hacen música juntos, en un momento espontáneo, como si fuera un simple intercambio de miradas. Se enamoran. ¿O no? Componen bella música juntos y dan pequeños pasos hacia una mejor vida. Así suena la historia de amor más bonita que ha ofrecido el cine en el último par de años: Once.
Once también es un musical. Quizás no en el estricto sentido de la palabra. Los personajes no empiezan a cantar sin razón alguna. Pero sí cantan a lo largo de toda la película, para expresar sentimientos y hacer avanzar la historia. La pareja esta interpretada por músicos, no actores; Glen Hansard, líder de The Frames, y Markéta Irglová. Las canciones son la vida de esta increíble película, y dan como resultado un igualmente increíble soundtrack.
La verdad que nunca he sido muy fan de The Frames. Siempre me han parecido típico brit-pop mediocre, calcado de los mejores momentos de Oasis. Pero aquí Hansard nos da algo diferente. Primero por que las canciones son más austeras, con un piano y una guitarra haciéndose cargo del armado. Segundo por la mágica presencia de Irglová. Hay que echarle un buen ojo a esta mujer de voz angelical. Su participación en el disco hace que las canciones que se construyen entre este par de enamorados sean frágiles puentes que esperamos que logren cruzar.
No puedo cansarme de recomendar esta película. Debo admitir que el soundtrack, por increíble que sea, me llegó en verdad después de haberla visto. Tal vez ustedes deban verla antes de bajar el disco. No sé. Es la película perfecta para una cita con alguien realmente especial, y el disco es perfecto para escuchar en el coche, afuera de su casa, cuando la vas a dejar.
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