Al parecer las llaves se cerraron y no hay muchos más filtreos. Entonces hoy, esperando a que asome algo más novedoso, los dejo con un disco que ya se siente como un clásico, y que sirve como antesala a uno de los discos más anticipados del año. Yellow House de Grizzly Bear.
En vísperas del Veckatimest (que junto con Bitte Orca de los Dirty Projectors y The Hazards of Love de los Decemberists forman mi trifecta de discos más esperados del 2009) he estado escuchando Yellow House sin parar. Debo admitir que en su momento cometí el gravísimo error de descartar el disco como uno más de una cascada de ejercicios folky que salieron ese año. Que equivocado estaba.
El trabajo de Ed Droste y Daniel Rossen en el disco es demasiado atmosférico y texturizado para ser calificado como folk. Es denso, como los trabajos de los Flaming Lips y My Bloody Valentine. Etéreo y sumamente psicodélico.
De arquitectura impecable, es un disco que se disfruta más escuchándolo de la primera canción a la última, no desperdiciando ni un segundo. Existen highlights claro, el principal siendo “The Knife”, una canción que se siente ya emblemática de esta época.
Un álbum cálido y especial en el que se antoja vivir. Yellow House debería de estar en toda biblioteca musical y a tres años de su lanzamiento es uno de los indiscutibles clásicos de la década.
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