En la teoría, meter a Dan Bejar (Destroyer, New Pornographers), Spencer Krug (Sunset Rubdown, Wolf Parade), y Carey Mercer (Frog Eyes, Blackout Beach) en un solo disco suena como una locura. Tres canadienses con personalidades musicales enormes, cada uno tan particular que evaden una descripción fácil, y con tantos ticks y ocurrencias que hacen de sus trabajos algo sumamente denso; por si solos son difíciles de asimilar. En la práctica, sí se puede. Lo hicieron ya una vez con Beast Moans hace tres años, un disco que se sentía más como un experimento que un álbum. Pero un experimento increíble.
Para sorpresa de todos lo volvieron a lograr. Enemy Mine los vuelve a reunir en un disco que saca a flote todas sus virtudes y lo bien que juegan una contra otra. Cada integrante tiene su momento para brillar, con apoyo del resto. Cuando las cosas se ponen oscuras sabemos que está Mercer al frente. Cuando son sumamente raras se trata de Krug. Y cuando el disco gira hacia lo dulce es Bejar.
La combinación es extraña y no para todos los gustos. Hay cosas increíbles, como “Heartswarm” en donde la voz de Krug se proyecta como una oscura sombra sobre la de Bejar en una canción que se encuentra dentro de lo mejor que ha escrito. A momentos, como en “Peace”, pareciera que las cosas se les salen de las manos. Creo que depende de la apreciación de los artistas que tiene cada uno. En mi caso, Bejar y Krug son protagonistas importantes de mi consumo musical, y cualquier cosa que hagan siempre será bienvenida. Queda claro que el escenario no es lo suficientemente grande para los tres. Pero verlos apretarse para lograrlo es glorioso.
Enemy Mine es un disco en definitivamente mejor a su antecesor. Menos disparejo pero disparejo no obstante. Pero no se le puede culpar. Está en su naturaleza.
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